domingo, 24 de octubre de 2010

DIOCESIS DE SAN VICENTE, EL SALVADOR EN MISION

La Diócesis de San Vicente, EL SALVADOR desde el 12 de diciembre de 2009, extiende su abrazo fraterno al Vicariato Apostólico de Bluefields, de Nicaragua. Los Señores Obispos del Vicariato nos han encomendado, por el momento, la parroquia Santa Teresita del Niño Jesús, en el Municipio de Bonanza, en la Región Autónoma del Atlántico Norte.

Hemos llegado aquí con la conciencia de ser enviados por la Diócesis y con el entusiasmo del que dijo “aquí estoy yo, envíame a mí”.

Estamos con la única finalidad y el único motivo de anunciar la Buena Nueva, que es Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, el Salvador.

Hemos puesto la mano en el arado con firmeza y poniendo en él nuestra propia vida, sin reservas, con entrega.

Vinimos a “hacer descansar” a otros hermanos sacerdotes que antes de nosotros sembraron buena semilla en estas tierras. Está aquí, junto a nosotros, otro pequeño grupo de pastores, dando hasta la última gota de su sangre y de sudor.

Somos fieles con una misión especial en medio de otros fieles cristianos.

Todos nosotros somos la Iglesia en misión.

No estaremos aquí por mucho tiempo, pues la estrategia, por lo menos en idea, consiste en que haya aquí un equipo de trabajo compuesto por dos sacerdotes y, cuando sea posible, un
seminarista mayor. De éstos, el párroco estará por un período que puede ser de tres o cinco años; el vicario y el seminarista, sólo por un año.

El premio de todo misionero es un gozo profundo e inefable que inunda el corazón. En este mundo tan lleno de ruidos y con una sociedad consumista no se encuentra una felicidad comparable. Muy acertadamente nuestro recordado Papa Juan Pablo II dijo “La característica de toda vida misionera autentica, es la alegría interior que viene de la fe”.

Quiero que vean, hermanos lectores, que venir a la misión es emocionante, pero también no es simple la cosa, es una aventura para personas valientes enamorados de Cristo, a si que no tengan miedo de lanzarse por los caminos de la misión, que es la aventura más apasionante de la vida.


Venir hacer misión aquí a Nicaragua, resulta ser una autentica escuela de evangelización en la que el mismo misionero sin importar su capacidad de estudio que tenga, nunca termina de aprender. Es sorprendente descubrir que son los más humildes, los niños los que aceptan, con más sencillez y corazón abierto la palabra de Dios, y son ellos quienes más le enseñan a uno.